Mayormente pensamos al adquirir un producto o servicio, que el valor es aquel que pagamos con nuestro dinero, pero esto no es así, y la Economía Circular lo tiene muy presente.
Normalmente en el precio de un producto están considerados los costos internos de producción, pero hay un concepto muy interesante que tenemos que tener en cuenta si queremos ser consumidores responsables, y estas son las externalidades.
Lo que significa esto, es que en toda actividad económica hay costos externos que no se reflejan en el precio, porque el productor no paga (o cobra) por ellos, pero que afectan a otras actividades o personas no implicadas necesariamente, estos pueden ser positivos o negativos, lamentablemente son más comunes las externalidades negativas.
Por lo regular, cuanto más bajo es el precio que pagamos, más alto es el costo social o ambiental del producto.
En otros casos, como en el caso de muchos alimentos, los costos se externalizan mediante subsidios y, ni las empresas productoras ni el consumidor, logramos hacer consciencia de que a la larga, lo vamos a pagar de alguna u otra manera, porque este tipo de economía no es sostenible.
Fast fashion, fast food y todo lo fast y producido en serie, para usar y desechar rapidito, baja costos económicos a corto plazo, a expensas de estos costos externos, que tarde o temprano pasaran a cobrarnos factura y hoy día, más temprano que tarde.
…Una altísima huella ecológica, contaminación, deforestación, emisiones de CO2, personas trabajando jornadas infinitas en pésimas condiciones, costos a la salud, etc…
Una solución para hacer esta transición hacia productos sustentables; como les comenté en mi entrada anterior, “hacia la Economía Circular”; sería cerrar esta brecha, reflejando los costes reales de los productos en el precio. Dejando por ejemplo, de favorecer a industrias con subsidios, para mejor invertir este recurso en investigación y desarrollo.
Este tipo de inversión, si que genera normalmente externalidades positivas; porque los avances tecnológicos, en el corto plazo, nos benefician a todos, más empresas se involucran, los precios bajan y la prima verde comienza a cerrarse. O sea, este costo adicional que percibimos por la opción sustentable y que evita en muchos casos que optemos por ella.
Aún nos falta mucho para llegar allí, pero hay muchas empresas que están haciendo lo posible por ofrecernos los mejores productos tanto para nuestra economía como para nuestra sociedad y medioambiente (siempre tengamos presente esta trifecta, porque ninguna otra cosa es sostenible!
Nuestro derecho y obligación como consumidores conscientes, es comenzar a cerrar esta brecha poco a poco de menos en nuestra percepción, y aprender a analizar el valor real de lo que adquirimos, escogiendo siempre calidad por sobre cantidad.
Y no me refiero a calidad definida por marca; NO NO NO, algunas de las marcas más apreciadas, son las que tienen las peores prácticas; sino al costo externo, lo que no se paga con dinero pero si con enfermedad, con pobreza, con contaminación, con explotación y escasez de recursos.
Una vez que aumenta nuestra consciencia (definida como el conocimiento que tenemos sobre nuestra situación y nuestros actos), entonces de manera natural podemos comenzar a rechazar, reducir, rediseñar y remplazar estas opciones. La Economía Circular maneja una serie de “Rs” que nos ayudan a comprender cuales son nuestras opciones, y de ellas les hablare más adelante, pues son una excelente herramienta para reconsiderar y remplazar nuestros viejos hábitos.
Es muy difícil no continuar con la inercia del consumismo de la economía lineal en la que vivimos, lo sé y lucho cada día conmigo misma. Pero es mejor si en vez de enfocarnos en los NO, nos enfocamos en los SI. Lo que SI podemos hacer… y poco a poco será más fácil. Aunque haya días que cueste más que otros ser optimista (ya les contare como superarlos cuando lo descubra).
Hoy les dejo una receta que encontré por ahí, no se ve muy tentadora, pero sin duda hay que ponerla sobre la mesa:
“Pongamos en un pequeño planeta un sistema basado en un crecimiento económico ilimitado, capaz de consumir vorazmente los recursos naturales. Añadir un incremento exponencial de su población, sazonando con una injusta distribución de la riqueza (el 20% de la población consume el 80% de los recursos) Poner a calentar con gases de efecto invernadero y… violá: ya tenemos nuestra CRISIS AMBIENTAL”
Hasta pronto!
Paula